Cimientos para una poética dramatúrgica
de Javier
Márquez
[Texto escrito en 2012]
-La
página es la ausencia. El espacio vacío, la oscuridad, el silencio, el tiempo
suspendido. Revalorar la página como el espacio donde acontece la dramaturgia
con todas sus textualidades, sus bordados profundos.
-La
palabra en la dramaturgia es la palabra atómica. Conjunta en sí misma los tres
tiempos: el pasado como un texto memoria del autor, el presente del lector y el
futuro de su escenificación.
“El teatro está en ese momento paradójico de ser memoria del
futuro, ser plano de algo que va a suceder; y es un proyecto de algo que ya
está muerto. La literatura no es el papel, es el momento en que el tipo que va
a escribir lo imagina. Lo demás es memoria.” (Chías)
-La
palabra en la dramaturgia es mutante: un signo gráfico que mutará su
materialidad en la escena.
La palabra
visual de la escenografía, el vestuario, la iluminación.
La
palabra sonora para la oralidad, la música, las instalaciones escenofónicas.
La
palabra semántica de las acciones de los actores, de los vacíos profundos.
“Éste
es mi actor preferido. Tiene una gran expresión por fuera pero por dentro está
vacío” Peter Brook.
-Por
todo lo anterior, la dramaturgia es polidimensional. Sucede en los planos del
espacio, el tiempo, el sonido, la plástica, el cuerpo, la semántica, etc. Dimensiones
que se devoran como Uroboros, que se superponen como las escaleras de Escher.
Las
dimensiones espacio-temporales de la página como espacialidad.
Las
dimensiones sonora y semántica de la palabra.
-En
éste sentido, la dramaturgia está más cercana a la arquitectura.
No
como un plano sino como una arquitectura ya construida, una arquitectura
semántica.
Arquitectura
semántica como una estructura temática que propicia las acciones del
lector/espectador.
No
hay que entender la semántica aquí como el muro que se encuentra al fondo de la
perspectiva en donde está escrito con letras de oro el querer decir del autor,
el “mensaje”; sino como un hoyo negro que propicia que el lector/espectador
vacíe sus contenidos, que vomite sus necesidades.
Por
esto habría que procurar el vacío por cualquier medio.
El
vacío sostiene el texto.
La
puesta en página, una puesta en el vacío.
De
nueva cuenta un vacío que no se buscará llenar en la escenificación sino todo
lo contrario, se potenciará.
-El
texto dramatúrgico pensado como arquitectura semántica necesita también un
repensar la palabra como herramienta de uso, como objeto con su posibilidad de
destrucción.
-Repensar
la palabra en la dramaturgia a través, también, de las teorías de la dirección
y actuación contemporáneas.
“Dirijo
como escribo” (Kartún).
“Dirigir
es escribir en el escenario” (Villarreal).
-El
actor ya no representa sino que está presente en escena dicen teóricos como
Hans-Thies Lehmann, Jean Frederic Chevallier, entre otros. El actor como
presencia con todo su ser y estar en el aquí y ahora.
“Lo
que pretende el escenario ya no es tanto
representar una única y gran acción que pone en conflicto varios
personajes según una línea
destinal, sino más bien presentar o
exhibir algo de la existencia humana”.
(Chevallier)
Lograr
que la palabra no represente, que la palabra sea presencia única.
Posiblemente
a través del desmantelamiento de su materialidad visual: la palabra plástica.
Joan
Brossa como ejemplo, no su posteatro ni su poesía escénica sino su poesía
visual.
“La
voz es, entonces, el medio de liberación del lenguaje y de la anastasis, mas ella debe pagar por el
sólo hecho de estar ahí. Descubrimos que el peaje inflexible y éste sublime
castigo – que da el acceso a este elemento de crueldad- son su perfecta
posibilidad. Es en la repetición que la voz puede salvarse y en el límite
–sobre el límite- deviene posibilidad, belleza. […] En este sentido la voz no
es una voz que “va” sino una voz que “viene”. Es un fantasma. Es como si ella
entrara a las angustias de su propia pesadilla. Esta voz es el signo de un
retrato de la escena, en el sentido de un éxodo, de una lenta desaparición del
teatro. Hacer del teatro, entonces, un lugar de umbral y, por último, de fuga”
(Castellucci)
-“Despojar
al teatro de toda su retórica, por medio de hacerlo acto sin finalidad, por
exposición de develaciones sucesivas.” (Villarreal). “Desde este panorama el actor no es
intérprete sino la Persona donde suceden los acontecimientos del Ser. Él es la
Persona que ensaya la condición de Ser y Estar”. El actor filósofo.
Lograr
que la palabra se exponga, que sea expuesta.
Vaciar
la palabra de sentido.
El
Ser y Estar de la palabra.