sábado, 28 de julio de 2012

Escribió su amor con un cuchillo en mi espalda (Desmontaje VI)


e. La narración del suceso verídico de un asesino serial de ropa ocurrido en ciudad Nezahualcóyotl.



Playeras víctimas reconstruidas
con fotografías de víctimas de Bundy
FOTO: Javier Márquez
Alguien asesinó mi ropa.
La destazó,
La desgarró
Y la dejó desangrarse en el piso de mi cuarto,
En la cama de mis aspiraciones.
Abrí la puerta
Y ahí las vi.
Playeras violadas,
Suéteres descuartizados,
Chamarras asfixiadas,
Guantes degollados,
Sudaderas gangrenadas,
Calzones mutilados…
                                   Recuerdos desollados…
Mi cerebro,
Siempre dividido en dos:
El hemisferio de la ira
Y el hemisferio de la nostalgia.
Dos sustancias
Que, al mezclarse,
Con la dosis perfecta
Generan la ulceración de mis pensamientos
Y su consecuente vómito espiral,
Licuadora de lamentaciones.
Observo el teléfono antiguo que tengo de utilería.
Esa enorme necesidad
De escuchar la melodía
De un cráneo
Estrellarse contra el suelo,
De un cráneo
Al estrellarse contra el suelo.
El cráneo homicida
Estrellarse contra el suelo.
Crujir como en la banda sonora de las películas,
Como en esa pésima película Bundy,
Una de tantas que trata sobre Ted.
----------------------------------------------------------------

Aproveché que la casa estaba vacía.
Entré en la habitación con cautela,
La rabia me invadía,
Mi cerebro dividido, siempre dividido en dos,
El hemisferio de la pasión
Y el hemisferio de la estupidez,
Dos sustancias
Que al mezclarse
Hacen explotar las órbitas de mis ojos en sangre.
Licuadora de golpes.
Quería desollar sus recuerdos
Pero apuñalé su ropa.
Todo se parece a su dueño.
Empecé por una sudadera,
Sólo la desgarré,
Le mutilé los brazos
Y le clavé unas tijeras en la espalda.
Era dueño, por así decir, de esta prenda.
La sensación fue tan placentera que no pude parar.
Mi Yo se desvaneció
Y abrió paso a mi placer.
Encontré unos pantalones y les hice lo mismo
Con cada prenda me dio una extraña sensación
De estar acabando con una vida
Que ya alguien más había terminado.
Miraba el panorama devastador
y me sentía en un mundo feliz.
Al final encontré su playera favorita,
Negra,
Una que él mismo había mandado imprimir
En esas impresoras que pueden estampar ropa.
Una leyenda bastante tonta:
Escuché que alguién había llegado a la casa.
Mi yo normal empezó a reaparecer y,
Me di cuenta del peligro que corría,
sentí pánico
y empecé a pensar en la manera de ocultar mis actos,
o al menos, mi participación en ellos.



Playeras reconstruidas con los rostros de las víctimas de Ted Bundy (arriba)
Juntas, las playeras conforman el nombre del asesino serial.
FOTO: Javier Márquez










No hay comentarios:

Publicar un comentario